5/15/2011

Trini y Charli

De lejos aparentaba haber sido comprado a cinco duros el puñao, pero el Charli tenía de normal lo que el agua seca. Las tías de la plazoleta del Obispillo no se bajaban de la borrica, cacareaban y cacareaban que era especial, con un ángel a cuestas que las ponía más que lo guapo. Y no debían mentir porque el tipo se cameló a la Trini, el pibón del barrio que hacía coros en la Orquesta Alegría y por la que se cruzaron palabras feas dos de los Chichos.

La cosa es que cuando menos te lo esperabas, porque estos negocios le rulaban al Charli así, cuando menos te lo esperabas, le crujía el subidón, bizqueaba, se mordía los dientes y parecía pelearse a muerte contra alguna feroz entraña. Se tronchaba de intentarlo, sí, aunque no se apuntaba un asalto. A veces eran unas lagrimitas las banderas de rendición; otras un soplido inconfundible de cansancio. Abría los ojos con asco, para escupirlos, se le amorcillaban las venas del pescuezo, le vibraba el perolo, y de no acudir armarios roperos estilo Tedy o el Moñas reventaba a testarazos la pared.

O cuando la Trini estaba a su vera. «¡Eh, eh, a mí, cari, a mí, no, no, no me retires la carita, así, mi cari, a mí, mírame a mí...!».Y le sujetaba sus manos tembleques, retuertas, y se las llevaba al adentro de las bragas, a que le tentase calores mientras le recitaba ensalmos de bruja charnega a aquellos ojos botados de loco. Si a alguna vecina le pillaba de paso repartía cuatro guantazos entre la chavalería apelotonada. Si no rondaban por allí otras mujeres a la Trini se la traía floja el circo.

Domada la tormenta, con el gesto fúnebre y cansino se arreglaba la ropa y se sentaba abrazada al Charli en un bordillo.

—¿Me quedo, Trini?
—No, gracias, Marta, ya lo he aplacado.




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2 Comentario:

CAOS dijo...

Tiene un sabor a algo que hace mucho que no leía...familiar, y a la vez, distinto.

Me gusta.

beso, si.

Charcos dijo...

ya echaba de menos tu forma de realidad de la buena

besicos