No vive;
ella
explota.
A veces
son petardos
con vahos a sugus azul:
un guiño,
una sonrisa,
un reojo para curiosear el cartel comercial,
un besico de despedida.
Otras
son detonaciones termonucleares
con humaredas a Wylly Wonka Corporation:
una tarde entera cotorreando,
una carcajada,
un esprín para chafardear el corrillo de gente,
un polvazo de despedida.
En ambos casos,
luego,
la distante reparación.
.
1 Comentario:
este final es maravillosso.
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