12/02/2012

El peor ciego, el que no se ve

Caminaba pidiendo pedradas en la sien. Encastillado, señorón, con un aparatoso pavoneo, incómodo, que indignaba y te ponía a hervir la sangre, porque al cabrón que no lo finge, que lo es, a la larga se le pregunta por la próstata, los nietos, y se le convida a beber.




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