6/05/2013

Por mucho que intentaron sacarlo de su error él siempre se creyó feliz

Desmiga lluvias
la voz ladeada de aguardiente
del yayo Pepeíllo,
engalanado de pobre,
en su rostro de gitanaco jurásico
las huellas de los desprecios
y en su chepa orgullosa
cristalizadas primaveras de nieve.

«Yo he trincao a miles, niño payo,
y con hembras de cualquier color,
que las apartaba a manadas del empache,
y en Japón,
y en Hungría,
que yo he cantao en sitios de televisión».


Me fríe poetas y chorizos en sus mantecas,
los trastea al antojo del hambre
porque Pepeíllo es culto como su chabola
de barbarie y amor.

«Juventud, podrido tesoro,
te tengo para no volver.
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...».


Está
cansado de ser viejo,
el yayo Pepeíllo,
y lo recita como lo vive,
cobijado por las cuatro letras que chatarreó.

«Cómo se pasa la vida
cómo se viene la muerte
tan callándonos».


Y
se tose
alquitranes
en las palmas.

«Niño payo
qué miajas me quedan por cantar».


Está cansado de ser viejo
el yayo Pepeíllo.

Muy cansado.




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1 Comentario:

David Mariné dijo...

qué maravilla Antero.
gracias por escribir. gallina de piel y lágrimas en las torceduras de los ojos.
abrazo amigo.