República de reyes

Exijo que se establezcan niveles de estupidez en la sangre.

Pero ya.

Una comisión de expertos que determine los valores máximos,
los límites a respetar.

Y demando controles de estupidez en los partidos políticos,
agrupaciones en defensa de derechos colectivos,
gremios,
cofradías,
ligas,
peñas,
en todos los medios de comunicación.

Reclamo que la ley especifique
que en el supuesto de que a alguno de esos lumbreras se le trinque
en una ocasión
—una sola ocasión—
con elevados niveles de estupidez en la sangre
le sea arrebatado el carnet de hablador en público
para los restos.

Lo mayúsculo:
PARA LOS RESTOS.

Aquí
los únicos que podemos escampar estupideces cuando nos rote
festivos y laborables
—en las timbas del casino Águeda
en los bancos de la plazoleta del Obispillo
en las colas del DIA de la Ronda Ample
en el yoncódromo de Las Arenas
renegando de Cristo o de Lenin
y salpicando de mierda a moros y a cristianos—
somos nosotros.

Los que no conducimos,
no hemos conducido
y nunca conduciremos.

Vosotros no,
cabrones,
vosotros no,
que nos vais a matar.




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