Es conocido que todas y cada una de las Escuelas Místicas y Órdenes Celestes prohíben tajantemente a sus adeptos cagar, por considerar que tal práctica, aparte de fea, potencia la atracción gravitacional terrestre merced al placer liberador de la descarga, lo que iría, según dichos criterios, en detrimento de la idónea floración alada de nuestro componente angelical.
En este texto Indalecio se opone a las tesis que mancomunan la metempsícosis con el estreñimiento y promueven una espiritualidad no defecadora, aportando pruebas que demuestran que tanta hercúlea y prolongada contención ni es bueno ni nos hace limpios, volviéndonos, por el contrario, rezongones, de torcido pronto, ceño estirado, saludo arisco y risa costosa.
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| Joan Colom |
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