10/06/2012

Juan Antonio Moderación Rebolleda

Juan Antonio no era ningún rey del fiestuco, ni enrollado, ni vacileras, ni tenía contactos en los infiernos. Como tampoco tiraba cohetes cuando nos presentábamos en su casa para apuntarlo a nuestras movidas. Nunca se negó, y si algún viernes puso reparos, se dejó convencer manso. Tan modosito, tan pichafloja, tan sin alzar la voz. Y la verdad, por muy pegado a las faldas que lo lleváramos la mayoría de nuestros desparrames seguían acabando como era tradición: en bronca, en piñazo por los polígonos de la Margarita, en el cuartelillo de los picolos o —si el pastilleo fue descomunal— en una dimensión paralela donde guisantes verdes con batas de cirujano nos trinchaban los higadillos. Pero nosotros erre que erre, no arrojábamos la toalla; por una vez en nuestras vidas, por una puta vez, pese a lo improductivo del método, escogimos pasar por el aro, y siempre que bebíamos, bebíamos con Moderación.




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4 Comentario:

chatnoir dijo...

Siempre hay una primera vez...con o sin moderación! ;)

Besos.

Sarco Lange dijo...

Míster, la bebida es la saliva del diablo.

Manuel Marcos dijo...

Me apunto al ser o sí ser. Me gustan estas prosas canallas.
Salud

Carolina Badia dijo...

y se rompió la magia y juan antonio se desmadró.
Un beso