Muertos de hambre y el jamón nos salió científico

y esa nuca
para rebañar con pan de pagès

y esa espalda que da coraje
a violoncelos
encorsetados en poses de hembra

y esas tetillas que apresuradas
calcan las cadencias
que comban
los redondeles de las órbitas planetarias

y esas piernas cuerdas tensas de funambulista
para pisar a besitos cortos
para afilar vértigos
para acicalarse el abismo

y ese coño relámpago
que silba como el pito de la olla exprés
y anuncia pucherismos
jolgorios de cuchara
y espesas pringás

que no
que no lo titules amor

nómbralo envidia
de lo que tienes
cuando te tienes
sin mí

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—Nunca me leíste esto.
—Lo sé.
—¿Lo sabes? Tú estás como una regadera, Coplero, como una puta regadera. ¿La mayor regadera del universo de las regaderas?, pues tú estás peor. Y no se conoce tu arreglo, cuidado, porque no se te puede sacar la regadera ni con tractores. Me cago en la pandereta de la Virgen María, de haberme leído esto no te hubiera puesto yo los cuernos con Yavín.
—Lo sé.




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