7/02/2016

Tu torpe paladín

Si la noche, de repentísimo, se transforma en otra cosa,
si el tiempo se te apelotona, no pasa,
si el miedo es más miedo porque convence,
princesa, mi princesa, ¡aprieta los dientes!,
y recuerda nuestro vínculo;
grita mi nombre tal como ensayamos,
con la yema de la zozobra, sin incautación,
que yo, raudo, acudiré a tu llamamiento.

Pero si ocurriera que me retraso
y la noche más se te transforma en otra cosa,
princesa, mi princesa, ¡aprieta los dientes!,
y calienta una taza de té mientras imaginas lo cierto
—¿qué poesía inventarme
que no maquille?—:
que no encuentro las llaves del coche,
que me he dejado las del garaje en casa
y las de casa (¡me cago en Dios!) dentro.

«Disculpe, ¿me permite saltar desde su balcón?
¡No me sea vecina, señora vecina,
que es asunto de vida o muerte...!»


Pero si ocurriera que mi demora persiste
y el tiempo más se acumula, menos transita,
princesa, mi princesa, ¡aprieta los dientes!,
y retoma la lectura de aquel libro mientras supones lo cierto
—¿qué poesía inventarme
que no confunda?—:
que me aturulla la prisa,
que me como la pilastra,
que no lo saco del parking.

«Disculpe, ¿me lo pone en la calle?
¡No me sea guardia jurado, señor guardia jurado,
que es asunto de vida o muerte…!».


Pero si ocurriera que se prolonga mi tardanza
y el miedo más se trajea y te convence,
princesa, mi princesa, ¡aprieta los dientes!,
y prepárate unas lonchas de york mientras te figuras lo cierto
—¿qué poesía inventarme
que no mienta?—:
que he pinchado,
que en algún callejón oscuro me hago la picha un lío con el gato.

«¡Disculpe, ¿me echa un cable con la de repuesto?
¡No me sea guardia civil, señor guardia civil,
que es asunto de vida o muerte…!».


Y si ocurriera, al fin, que el flaco Morfeo timbra tus labios,
princesa, mi princesa, entreábrelos y claudica,
que no existe mayor fortaleza que acoger a un aliado.
Rinde los párpados pero sueña lo cierto
—¿qué poesía inventarme
que tú no sepas?—:
que de puntillas llegué,
lavé el vaso, guardé el libro y recogí la mesa,
pero no quise despertarte,
princesa triunfante sobre esa noche
que algunas noches nos asedia.








Edouard Jacquinet

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